Una ave pequeña, poco más que un carbonero, pero de unos colores vivos, manto azul, pecho naranja y una línea ocular negra, a modo de antifaz, que la hacen muy llamativa y a mi gusto, de lo mas bonito que tenemos por aquí.
Entre las particularidades de esta ave, la singular forma de su pico, con la mandíbula inferior apuntando hacía arriba y lo más llamativo, la capacidad de descender boca abajo por la cortezas de los árboles, mientras busca su alimento.
Esta ave, suele ocupar los nidos abandonados, sobre todo de carpinteros, los cuales adapta a su tamaño, cerrando el agujero de la entrada con barro, en el Jardín Botánico, hemos registrado, por lo menos, dos nidadas con éxito en los últimos años.
La cantidad de agujeros que el vecino Pito real o el Picapinos, ha dejado sobre todo, en la zona conocida como "El Jardín de la Isla", en la hilera de plátanos de sombra que adornan la zona, es un mundo de opciones para estos pequeños trepadores.
La mejor zona para observarlo, es el comedero que tenemos instalado en "El Jardín de la Isla", donde comparte mesa con los demás comensales allí presentes, aunque no por mucho tiempo, ya que enseguida se encarga de alejar a los invitados no deseados, en menor medida, también se deja ver por el comedero del "Bioma boreal europeo"
En definitiva, una de las muchas maravillas, que podemos disfrutar en Gijón y en particular en el Jardín Botánico Atlántico.
Fotos tomadas el domingo 1 de noviembre de 2020, con un teleobjetivo 75-300.
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